martes, 5 de julio de 2011

baluartes del cante gaditano rancapino y scapachini

Alonso Núñez Núñez (Chiclana de la Frontera, 1945)



Conocido como Rancapino, este cantaor es hijo de Manuel Orillito y hermano de Orillo, hace un cante puro, jondísimo, con esa voz suya afillá que tan bien suena a los buenos aficionados. Heredero de una tradición flamenca incontestable y fiel a las esencias más genuinas del cante gaditano, su voz se nos antoja como un diamante en bruto, desnudo de adornos y barroquismos, que transmite y comunica con sinceridad la tragedia y la fiesta que atesora el acervo flamenco gaditano. Domina desde la soleá a la seguiriya, pasando por los tangos y la Malagueña de El Mellizo. Nieto de una cantaora de culto para los gitanos viejos de la bahía de Cádiz, La Obispa, el cante de Rancapino recoge las mejores esencias de su tierra. Siguiendo el ejemplo de Caracol («el cante no es para sordos»), huye del grito, busca el pellizco, acaricia los tercios por alegrías y es el rey flamenco de los tonos bajos. Su nombre de hidalgo medieval, Alonso Núñez Núñez, concuerda con la dimensión literaria de este personaje, artista singular que narra los sinsabores de su infancia y adolescencia con un insólito talento tragicómico. Pocos viven ya el flamenco como él. Parafraseando al gran Manolito de María, cuando Rancapino canta, se acuerda de lo que ha vivido. Rancapino es uno de los cantaores favoritos de la afición flamenca madrileña. Y hay sobrados motivos para que el chiclanero lo haya conseguido: su rancio eco es una joya en estos tiempos. Artista de artistas desde niño, el reconocimiento popular le ha llegado algo tardíamente, pero, desde hace más de una década, cada visita que nos hace se convierte en un acontecimiento.




Llegó a Madrid con sólo 17 años -hace alrededor de 45-, para sondear el ambiente flamenco que se vivía por aquí e intentar buscarse la vida. Era la época dorada de los tablaos y enseguida encontró trabajo. Se presentó en Torres Bermejas, cantó el Carcelero de Caracol y el propietario de la sala quedó inmediatamente fascinado por aquella voz gitana del sur. Sus correrías nocturnas, compartiendo duende, cariño y un plato de pollo con Fernanda y Bernarda de Utrera, Camarón y otras figuras, son una inagotable fuente de anécdotas. Reconoce dos magisterios fundamentales en su cante: el de Aurelio de Cádiz desde el punto de vista estilístico, y el de Manolo Caracol en el aspecto afectivo, pues a este le ha considerado siempre "el mejor cantaor que ha tenío el flamenco". Viva Japón y Chiclana. Ahí lo tienen, en la Gran Vía. Imposible cantar mejor y con gesto de más verdad. Alonso Núñez, Rancapino, es el cantaor más en forma del momento. Cada vez que aparece, y lo hace mucho últimamente, arma el taco. A los 63 años, este gitano de Chiclana de la Frontera ha ocupado finalmente su lugar. Primero vivió a la sombra de su primo y amigo José, Camarón de la Isla; después se fue a Japón en busca de yenes con que llenar la buchaca. Ahora, de la mano del intelectual Manuel Arroyo (que ha editado un magnífico disco que rompe 20 años de silencio), del pintor Miquel Barceló (que ha diseñado la portada) y de la guitarra del renacido Paco Cepero, Rancapino ha dejado el círculo de los iniciados para saltar a la arena del éxito. Lo ha hecho desde esa simplicidad compleja que duerme en el cariño a la pureza, el amor al cante con faltas de ortografía, como él dice, y el respeto a maestros como Aurelio, Caracol o el inefable Manolito de María, del que Ranca borda unas bulerías llenas de marcha y anticlericalismo. Comentario: Aunque la discografía de Rancapino es corta, su cante es un cante largo. Hoy por hoy es el cantaor más puro que expresa los palos con más corazón que nadie. Los cantes de Cádiz no hay otro que los haga mejor que él.
http://www.youtube.com/watch?v=vVn5XRAqtFM
http://www.youtube.com/watch?v=sti7EXrhSts&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=L0rcS7QnsoI&feature=related

FELIPE SCAPACHINI



Cantaor payo, nació en Cádiz en el año de 1945. El 25 de febrero de 1954, cuando solo contaba con 9 años de edad, actúa en el Gran Teatro Falla, junto a acreditados artistas de la época, entre los que destacamos a Paco del Solano, Niño de la Rosa, Cojo Peroche, Niño de la Viña, etc.… La cartelera lo anunciaba bajo la siguiente forma curiosa “Felipillo Scapachini, cantaor en miniatura
Es un claro continuador de la más antigua escuela gaditana de cante, por lo que en sus ecos se perciben los sones de Aurelio Sellés, Manolo Vargas, Antonio el Herrero, Pericón, la Perla y Chano Lobato. Ha trabajado también acompañando al baile de diferentes artistas de Cádiz y recientemente obtuvo el premio del Concurso Nacional de Alegrías que se organiza en su tierra. Artísticamente se curte en la “Cueva del pájaro azul”, en la cual quedó en 1960 finalista en el concurso de cante flamenco, organizado por la citada entidad. Felipe desarrolla toda su vida cantora en su Cádiz y Provincia y es a partir de 1979 cuando comienza a obtener numerosos premios, tanto como cantaor de “a´lante” como acompañando al baile.
FELIPE SCAPACHINI CANTAOR



«Sinceramente vivo muy a gusto en Cádiz y no tengo preferencia por viajar»
Felipe Scapachini es gaditano, mecánico de motos y aficionado al flamenco de los de 'toda la vida'. Ha sido premiado en numerosos concursos de cante flamenco, y ha colaborado en varias grabaciones de otros artistas. Anoche participó en los Jueves Flamencos en el Baluarte de la Candelaria.
¿Un momento para recordar?
Siempre tengo el recuerdo de mi padre y mi madre, aunque ya no los tenga.
¿Complete la frase: «Yo para ser feliz quiero?...
Tener mucha salud, me conformo con eso.
¿Un vicio confesable?
El flamenco.
¿Un viaje pendiente?
Sinceramente vivo muy a gusto en Cádiz y no tengo preferencia por viajar. Está muy bien eso de ver sitios, pero en Cádiz se está mejor.
¿Cuál es su receta para la felicidad?
Lo mejor para que todos fuésemos felices sería que en Cádiz, y en todos lados, hubiese trabajo y no hubiera tanta guerra.
¿No pasa un día sin que?...
Sin darle gracias a Dios de poder ver la luz del día y la felicidad de mi familia; en fin, agradecer un día y una oportunidad más.
¿A qué pregunta no respondería nunca?
A aquellas que no se puedan responder.
¿Qué haría si no pudiera cantar?
No me lo planteo, porque lo poco o mucho que lo práctico (aunque no en mi vida profesional) no me permite ponerme en esa situación.
¿Qué cante le pondría a su vida?
Por supuesto, el cante por alegrías.
¿Anime a la gente a que escuche su música?
En Cádiz hay mucha gente que le gusta este tipo de cante, por ejemplo, anoche que actuamos en el recinto del Baluarte de la Candelaria, un lugar precioso, siempre animamos a todos los aficionados del flamenco a que vengan
Scapachini, magisterio en los cantes de Cádiz Una mano la llevó al pecho, la diestra brindó el fraseo al público, y la garganta hizo su trabajo voceando Cádiz por los cuatros costados. El cantaor Felipe Scapachini demostró su magisterio en los palos gaditanos la anoche en el ciclo Diálogos del flamenco. No fue el único representante de los cantes de la tierra. La joven Adeli del Mojarrita fue la encargada de abrir el recital para el que se dieron cita un buen número de aficionados en el centro que se erige en el corazón del Barrio de Santa María. Y cómo olvidar al maestro Adriano Lozano. El tocaor isleño jugó un papel crucial con falsetas magníficas y derroche de compás. La del Mojarrita hizo gala de un torrente flamenco que brilló sobremanera en los tangos. Picados, cadentes, ondulados. Como su voz. Comenzó por romeras, un poco fría quizás, pero a medida que avanzó el recital se fue metiendo en vereda. Así acometió una soleá bastante digna y unos fandangos brillantes, especialmente los que regaló en pie y a capela. Felipe llegó, vio y venció. Cada vez que abrió la boca lo hizo para acordarse de Cádiz. Y de las mujeres, a las que dedicó su actuación en día tan señalado. Sus metales naturales lo llevaron sin remedio a la malagueña, palo complicado que domina a base de quejas largas y caras. Lozano se lució en creatividad y rasgueos emocionantes. Scapachini bordó la soleá, balbuceó cadente, y pegó en las entrañas. Seguidamente, apostó por los tientos. Suaves, marineros, de letras que aluden al Barrio. Cómo no, los remató con una pincelada por tangos. Y dijo la alegría, como se dice en Cádiz: templadas, con arte y al compás. Y sin descanso, la malagueña. Momento emocionante siguió al minuto. Felipe se puso en pie y, con mucho respeto, caminó por los senderos arrebatados de la zambra. ¡Qué belleza y señorío el del cante! ¡Qué pasión la de las cuerdas de Lozano! Por fiestas para concluir. Y una última genialidad por fandangos.
http://www.youtube.com/watch?v=rkNyfLFLKa8
http://www.youtube.com/watch?v=iu6bhGUK9m0&feature=related

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