Fallece el Chato de Utrera, desde este rincón flamenco, nuestro más sentido pésame a la familia.
No es agradable nunca dar una noticia de este calibre
"algo se muere en el alma, cuando un amigo se va..." dice una letra
de sevillanas muy conocida. Pero también dice "va dejando una estela que
no se puede olvidar..." Y ese debe ser el compromiso flamenco, un amigo,
un flamenco al que no debemos olvidar.
El cante de Ramón Benítez Mira,conocido como Chato de
Utrera, se apagó para siempre en la madrugada del lunes 20 de marzo. El cantaor
utrerano no ha podido superar una enfermedad renal contra la que luchaba desde
hacía varios años, dolencia que se agravaba desde el paso mes de febrero,
cuando sufría un ictus cerebral. Chato de Utrera ha muerto a la edad de
72 años, en su casa de la calle Buenos Aires, en los postigos de la calle
Nueva, como se conoce a la zona en Utrera.
La desaparición de Chato de Utrera supone un nuevo golpe para
el flamenco en la localidad. Se crió a las faldas de los más grandes, bajo el
incontestable influjo de la llamada generación de oro del flamenco en la
localidad, en una Utrera que rezumaba flamenco por todas sus esquinas.
Era su propio hijo el que hacía pública la muerte de su padre
a través de las redes sociales, asegurando que Utrera ha perdido a «otro de sus
grandes artistas», haciendo que esta localidad «amanezca ronca y
triste» después de que «su cante por soleá se haya apagado».
Cuando solo tenía 8 años de edad, Chato de Utrera
ya
deslumbraba cantando por soleá, bulerías y fandangos, siendo los dos
primeros palos los que mejor dominaba y los que más practicó a lo largo de una
trayectoria profesional que duró más de 50 años.
A los 17 años cuando salió de Utrera en dirección a Barcelona
y corría el año 1962. «Un 15 de febrero, después de los enamorados, tardé
en llegar a Barcelona en tren 32 horas. Me dio tiempo a pensar en todas las
fatiguitas que iba a pasar cuando llegara», explicaba el propio Chato en una
entrevista en 2009.
Ramón se marchó a Barcelona prácticamente con lo puesto y
ayudado solo «de unos bocadillos que le había preparado mi madre». Los inicios
fueron muy complicados para este utrerano, que estuvo muchos días durmiendo en
una boca del metro, hasta que se encontró con un amigo de su padre que lo
acogió en su casa.
Haría sus primeros pinitos profesionales en la venta «El
Camarote», donde llegaría a ganar 700 pesetas por actuación, lugar
donde lo vio por primera vez cantar la bailaora Carmen Amaya, quien se lo llevó
a su tablao «Las Cuevas».
Ese contrato le abrió las puertas para muchas actuaciones,
interviniendo en muchos festivales de la bailaora, convirtiéndose en el
primer cantaor en acompañar al bailaor Antonio Gades en su primera
gira como profesional. Después vendrían giras con compañías por muchos
escenarios de Europa y de América, además de haber tener la oportunidad de
actuar junto a artistas tan grandes como Camarón, Paco de Lucía e incluso Bob
Dylan.
Varios discos han recogido el buen hacer de este cantaor a lo
largo de su trayectoria. A ello se suman los reconocimientos que ha recibido,
uno de los últimos en su Utrera natal en mayo de 2014, cuando más de medio
centenar de artistas se sumaron al homenaje que su pueblo quiso rendirle tras
llevar más de medio siglo llevando el nombre de su ciudad por numerosos
rincones del mundo.
Descanse en Paz.