ACTA DE LA FINAL DEL CONCURSO SILLA DE ORO
La final del Concurso de Cante Flamenco Silla de Oro 2012,
que aconteció la pasada noche del sábado ya tiene ganadores. Una velada muy
emocionante, dada la calidad artística de los finalistas, Evaristo Cuevas, de
Sevilla, Rafael Alarcón, de Sevilla también y Beatriz Romero de Huelva, los
tres lucharon con su cante para llevarse el máximo galardón, la "Silla de
Oro 2012" que este año recayó en la cantaora Beatriz Romero que se alzó
con la "Silla de Oro" y 3.500,00 €, que a su vez se llevó el premio
especial a los cantes poco interpretados dotado con 700,00 € más Trofeo, hecho
que ya ocurrió en otras ediciones como Marenguito, Isabel Guerrero o Bonela
Hijo.
El segundo premio dotado con 1.600,00 € más Silla de Plata fue
a las manos de Rafael Alarcón, el cantaor conocido en el mundo del arte como El
Niño de Olivares, que se presentaba por primera vez a este concurso, su cante limpio y de conocimiento hacen de él una futura promesa del cante.
Y el tercer premio de 1.000,00 € más la Silla de Bronce fue
para Evaristo Cuevas que se está afianzando como un gran cantaor, al igual que su hermano Manuel Cuevas.
Mientras el jurado deliberaba, el baile de Francisco Hidalgo
fue único, hacía tiempo que no teníamos en este escenario del Pabellón
Deportivo Nueva Fortuna un grupo de baile de tanta categoría.
El Baile de Paco, es elegante, recuerda las formas de Manolo
Marín, por su presencia sobre las tablas, sus movimientos de brazo y de cuerpo,
su expresividad bailaora.
Se mueve por el escenario con alma, con duende, con soltura,
al compás de alegrías o al compás de soleá, esta sobria, elegante sentida y transmitida
con el alma. Puso el patio de butacas bocabajo, el lleno que vivimos en la
noche hizo que la calidez del amiente embaucara a este bailaor y lo dio todo,
porque sabía que su público se lo iba a pedir.
Qué decir del acompañamiento que había detrás, El cante del
Trini, con fuerza expresiva, con derroche de compás y con una voz que encandila
y rompe los esquemas. Vicente Gelo, canta como los soles, su voz limpia brilla
con los matices que el cante requiere, una conjunción entre los dos que
hicieron lo imposible para que Francisco lo diera todo.
Junto a ellos José Núñez y Miguel Pérez, dos guitarristas tremendamente
buenos que con su toque pusieron el complemento exacto para configurar un
cuadro de lujo sobre el escenario.
Un amigo me dijo que hacía mucho tiempo que no veía un
cuadro tan completo.
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