Las XIX Jornadas Flamencas de la Fortuna, se han clausurado poniendo un broche de oro, con María del Mar Fernández y Toni el Pelao y la Uchi.
Con un lleno total en el Pabellón Deportivo Nueva Fortuna
comenzó la noche, entregando la II Distinción Flamenca Ángel Lacalle de la mano
de su hijo Héctor al cantaor Rafael Jiménez Falo.
La organización, del evento, valoró esta Distinción en la
figura artística de Rafael Jiménez, por el afán innovador del cantaor, acorde
con la finalidad de Ángel Lacalle. La forma cantaora y la calidad humana, así
como la proyección artística de Falo, hicieron de él que este año se la haya
hecho merecedor de la II Distinción Flamenca Ángel Lacalle.
Rafael Jiménez Falo, Tremendamente emocionado reconoció que
en su carrera artística, este había sido el mejor homenaje, ya que recibir esta
Distinción, para él era muy importante, no solo porque la primera la recibiera el
Flamencólogo Manuel Ríos Ruíz, una institución en el flamenco, si no por la
gran amistad que tuvo con Ángel Lacalle. Por ello dijo que llevaría a gala por
los rincones del mundo esta Distinción.
Posteriormente la actuación de la gaditana María del Mar
Fernández, una joven cantaora que ya tiene en el mercado su single, como
anticipo del primer trabajo discográfico. María del Mar, puso una aire de
frescura joven, en contrapunto a lo escuchado durante toda la semana. Soleá,
alegrías, tangos, bulerías, granainas, formaron parte de un repertorio que no
dejó indiferente a nadie. Reconoció que últimamente no se estaba dedicando al
flamenco, sino más bien a la copla y que para ella, era un reto subirse al
escenario y volver dar un recital de flamenco agradeciendo a la organización
que se apostara por ella. La guitarra de José Carlos Gómez, productor de su
disco y las palmas de Lorenzo Virseda y Miguel Tellez, pusieron al público en
pie.
Tras un pequeño descanso de 10 minutos, dimos comienzo a las
segunda parte.
Si en la primera fue juventud e innovación, en la segunda
fue magisterio en las figuras de los maestros ya señeros de Toni el Pelao y la
Uchi.
Solo había que verlos entrar en el escenario y acoplarse,
mirar al público y con eso, solo con eso ya se llenaba el escenario.
Bulerías, alegrías, farrucas, fueron parte de un repertorio
bailaor que nos trasladaba a la época de Zambra. Toni, con su traje de chaquetilla
torera y la Uchi con su buen vestir y flor en el pelo dibujaron en el escenario
un cuadro de época que en algunos momentos, se asemejaban a la escenografía que
presidia el escenario.
Bailaron si artilugios, bailaron con duende, bailaron con la
sabiduría y la sangre en vena de una dinastía flamenca madrileña que hoy ya se
pierde, siendo su último artífice Toni.
No se puede cerrar mejor unas jornadas, Toni el Pelao y la
Uchi, que junto al cante de Juañares y el Bocadillo y las guitarras de Luís
Miguel Manzano y Juan Serrano hicieron las delicias del público asistente,
quizás esto sea ya un hecho histórico para este festival.
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