Las XIX Jornadas Flamencas de La Fortuna, han comenzado con
dos espectáculos dignos de mención.
El lunes día 10, en primer lugar, y en boca del Concejal de
La Junta de Distrito de La Fortuna, valoró el esfuerzo que supone organizar
este evento tanto por parte del Ayuntamiento de Leganés, como por parte de La
Asociación Cultural Flamenca Jondo, y reconoce que es sin duda alguna un
referente nacional de la ciudad de Leganés y del Municipio de La Fortuna en
todo el mundo.
Posteriormente José Valencia, este cantaor natural de
Barcelona y hoy afincado en Lebrija, dio un recital de cante junto con la
guitarra de Juan Requena y las palmas de Manuel y Juan Diego valencia que no
dejó indiferente a nadie. Su calidad cantaora, su voz enduendada ofreció un
amplio repertorio que pasó por unas soleares, Malagueña, Bulerías, Siguiriyas y
otros tantos más.
Su duende embaucador impregnó las paredes del teatro
demostrando que es un maestro que sabe lo que canta y sabe por qué lo canta.
Llega al corazón, porque sale del corazón.
Una noche inolvidable para el recuerdo de los que asistimos.
El martes, dedicamos la jornada a D. Manuel Ballesteros
Navas, que con la presencia de familiares y amigos se le rindió un homenaje
emotivo en donde su esposa Margarita y su hermano Adolfo, tuvieron palabras
para el recuerdo de quien fuera no solo un gran flamenco por el que vivía, si
no también una excelente persona que en su calidad humana llegaba al corazón de
quien le conoció.
En la memoria de este festival siempre estará muy presente,
quizás ya no en persona, pero si en alma, por esa nunca muere.
Tras el homenaje, Jesús Fernández Bailaor gaditano de una
impronta muy personal, puede gustar a unos y quizás no tanto a otros, pero
tiene estilo propio que le hace inconfundible. Bailó la caña, a la antigua
usanza, con personalidad en el escenario, bailando con el cuerpo y sabiendo que
no solo de los pies vive un bailaor. Por soleá en la segunda parte derrochó
maestría, presencia, estilo personalidad y seriedad en un cante que así lo
requiere. No cabe duda, que el grupo que le acompañó es único, la
compenetración entre ellos y esa complicidad hicieron que Jesús Fernández lo
diera todo, entregado como en una nebulosa, Jesús dio el duende al completo,
llenó el escenario y repartió galantería y mucha flamenquería.
Enhorabuena al guitarrista excepcional, espléndido y siempre
con ese toque también muy personal, el de Jesús Núñez. Los cantaores, Pedro
Obregón y Juan Debel, eran el contrapunto justo, para el bailaor justo, ellos
saben lo que hacen y cuando deben hacerlo, voces contrapuestas que se
unificaban en una conjunción tan buena que sobresalía su arte, seguramente
impregnado de la emotividad del baile.
Y como no, Anabel Moreno, generosa en sus palmas, compás a
medida exacta, presencia femenina que ponía ese puntito de equilibrio en el
cuadro. Sus pataditas finales por bulerías pusieron al público en pie.
Un noche para el recuerdo.
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