La tarde de ayer se presentaba llena de de flamenco a niveles muy distintos, no de calidad sino de forma de expresarlo.
Estando en el trabajo me llamó Luís Perdiguero, el biznieto de Tía Anica la Piriñaca, esa joya de Jerez que cuando cantaba por siguiriya la boca le sabía a sangre.
Luís, amable y cariñoso me contaba sus experiencias flamencas vividas en la intimidad, ese cante que hoy ya casi tiende a desaparecer. Con lagrimas en los ojos me hablaba de su “compare” Morao que en paz descanse y con el que tuvo la suerte de grabar en su primer disco. Un café en una terracita abría la tarde flamenca.
Me trasladé posteriormente al centro de Madrid, esta ciudad acogedora que con abrumador calor, siempre encuentras un refugio en donde refrescarte un poquito. Pasé por el Flamenco Vive en donde me dejé un buen pico comprando reediciones de discografía de pizarra, desde Paca aguilera, pasando por Los Pena, padre e hijo, grabaciones del Tablao Zambra de Madrid o alguna más como “una noche en el Corral de la Moreria” pasando por otro de José Valencia, aún, claro está no e podido escucharlos.
Para hacer algo de tiempo, ya que estaba invitado en Casa Patas a ver a Paco Hidalgo y Laura Rozalen, me dejé caer por el Tablao Villa-Rosa, ese emblemático lugar con aporte de mosaicos de azulejos en su interior y en su fachada, así como esa ornamentación morisca que hacen del local un sitio muy agradable de estar. Y si a esto le añadimos que el ambiente que se respira es flamenco, pues qué más podemos pedir. Sinceramente me encantó, Jonatan Miró, bailó con estilo, personalidad y elegancia como él sabe bailar, la realidad es que hacía mucho tiempo que no le veía y me quedé gratamente sorprendido. Selene Muñóz, guapa como siempre y bailaora por los cuatro costados sigue demostrando que sabe bailar, que tiene arte, que tiene personalidad. A Soraya Clavijo no la conocía, y me sorprendió, se movía con gran soltura sobre el escenario al compás del toque de Jesús Núñez y el cante de Grabriel de la Tomasa. Un gran elenco para un gran Tablao.
Y de ahí a Casa Patas.
A Paco Hidalgo ya tuve el placer y el honor de verle bailar en ese mismo escenario. Galante, con estilo con sobriedad y sobre todo con mucho arte, demostró sobre las tablas del escenario que conoce el flamenco en su profundidad a pesar de su juventud. Cuando Paco baila se vienen a la mente grandes maestros del pasado pero con la personalidad de un bailaor del presente. Todo un artista que se va cuajando poco a poco y que espero algún día no a mucho tardar pegue el salto que se merece.
Isabel, me habló de Laura Rozalen, en ella e visto la expresión de un estilo de baile ya casi perdido, baila con el cuerpo por que el cuerpo le baila, recordé a viejas escuelas como la de Matilde Coral o aún más como la del bailaor Enrique el Cojo. Hubo movimientos en el escenario en su baile por alegrías, que me recordó y me trajo a la memoria el programa que Fernando Quiñones de dedicó a este gran bailaor que a pesar de su minusvalía demostró al mundo entero como se baila flamenco. Y eso nos demostró Laura, como se baila flamenco.
Enhorabuena a los dos y también al grupo que os acompañó.
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