Si hace unos días, conmemoramos el aniversario del
fallecimiento de mi querido amigo Ángel Lacalle, hoy conmemoramos el primer
aniversario del fallecimiento de mi abuela, quizás la persona más influyente en
mi vida.
Era esa mujer que lo daba todo, y aunque suene a mal
describirla yo mismo, y que cualquiera pueda pensar, "claro, no va a
hablar mal de su abuela". Pues efectivamente no voy a hablar mal de mi
abuela por que es imposible hablar mal de ella.
Dio todo lo que tenia aunque no tuviera nada que dar, dio
amor, cariño, amistad, alegrías, bondad, humildad, sencillez, honradez
amabilidad, hospitalidad...
Ayudó hasta el final de sus días, entregó su cuerpo y su
alma para mantener una familia. Abandonó su casa lo dejó todo, por nosotros.
Qué más se puede pedir.
Flamenca por los cuatro costados, conoció a los más grandes
de su tiempo, ya que todos ellos pasaron con sus compañías por mi pueblo, por
su pueblo, por Aceuchal.
Vivió y trabajó siempre para los demás, jamás hacia nada
para ella misma. Recuerdo los remiendos y los parches en los pantalones cuando
yo era pequeño, Las rosquillas, los gañotes y los prestiños que hacía en la
chimenea en un gran caldero. Era la casa del pobre, donde nunca reina la
alegría, como bien dice una letra de flamenco.
Pero en casa reinó la alegría, era curioso escucharla
hablar, contarte historias, aunque se repitiera, o incluso en su última etapa,
aunque mezclara las noticas que escuchaba por la tele. pero ahí estaba,
arrugadita y sentada en su sillón, un sillón vacío ya de su presencia física,
pero lleno de su presencia en nuestros corazones.
Ella disfrutó con nosotros, con cada Semana Santa, con cada
Jornada Flamenca, con cada viaje que hicimos juntos.
Doy gracia a Dios por la vida vivida con ella, por los
buenos y los malos momentos, y solo le pido, que la tenga en su presencia, porque
si ya se la llevó, seguro que era porque le hacía falta allí. Ella fue, es y
será el eje de nuestras vidas mientras vivamos.
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