El segundo día, pese a las inclemencias del tiempo y a los tres partidos importantes de la liga, Barcelona, Madrid y Atleti,el teatro se llenó al igual que el primer día.
Jesús es un bailaor con entidad propia, no se parece a nadie, tiene su propio sello y eso hace que triunfe donde quiera que vaya.
Jesús es esa figura joven, dulce, emblemática, cariñosa, pero a la vez bravía cuando se sube al escenario y rompe las tablas del mismo derrochando sabiduría plena como si a sus espaldas llevara la carga de la experiencia de 50 años de baile.
Joven si, pero maestro.
Junto a él, el cante rancio, desbocado de El Trini, la garganta inconfundible de Juañares, las palmas de Anabel Moreno que tiene arte solo con subirse a un escenario, la guitarra maestra de Jesús Núñez y la percusión de Israel Katumba que ponía ese puntito de sabor para acompañar a Jesús.
Una noche que emocionó.
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