La noche no empezó nada mal. El Villa Rosa se vistió de gala con Diego Carrasco, con él, comenzó un ciclo de pinceladas flamencas que se celebraran todos los últimos jueves de cada mes.
Anoche, se cumplían 100 años de la fundación del Villa Rosa en donde nos dimos cita para ver a este gran artista, para mí un artista de artistas, allí estaban Ramón el Portugués, Toni el Pelao, Luís de Utrera, María de Toledo y un tan largo etc., difícil de mencionar a todos sin que se olvide alguno.
Empezó con una sorpresa, Marcos Flores, puso su elegancia sobre el tablao de este místico local, para abrir boca. Marcos siempre sorprende con su baile, elegante y con fuerza a la vez, sabe estar, no solo dentro de escenario, si no también fuera del mismo, humilde, sencillo afable y un gran bailaor, un gran artista.
Que tiene Diego que su arte traspasa fronteras. Forjado en la más estricta escuela jerezana, Diego sabe poner al público en pie, tiene la solvencia de los artistas añejos y la sabiduría de los artistas noveles. Su forma de hacer los cantes, le lleva a atraer un público, que como decía mi amigo Rafael Majavacas, es igual ver a un joven de 20 años, que a una persona mayor rondando los 70 u 80. Eso solo consigue el flamenco, y en este caso Diego.
Nos encandiló con su Cachorro, nos hizo palmea con su tirititran y nos implicó cantando con José Monje Cruz, y terminamos siendo todos “gitanos jipis”. Que más se puede pedir, solo darles las gracias a Villa Rosa, porque ellos son los artífic3es de que esto sea posible.
Enhorabuena.
Anoche, se cumplían 100 años de la fundación del Villa Rosa en donde nos dimos cita para ver a este gran artista, para mí un artista de artistas, allí estaban Ramón el Portugués, Toni el Pelao, Luís de Utrera, María de Toledo y un tan largo etc., difícil de mencionar a todos sin que se olvide alguno.
Empezó con una sorpresa, Marcos Flores, puso su elegancia sobre el tablao de este místico local, para abrir boca. Marcos siempre sorprende con su baile, elegante y con fuerza a la vez, sabe estar, no solo dentro de escenario, si no también fuera del mismo, humilde, sencillo afable y un gran bailaor, un gran artista.
Que tiene Diego que su arte traspasa fronteras. Forjado en la más estricta escuela jerezana, Diego sabe poner al público en pie, tiene la solvencia de los artistas añejos y la sabiduría de los artistas noveles. Su forma de hacer los cantes, le lleva a atraer un público, que como decía mi amigo Rafael Majavacas, es igual ver a un joven de 20 años, que a una persona mayor rondando los 70 u 80. Eso solo consigue el flamenco, y en este caso Diego.
Nos encandiló con su Cachorro, nos hizo palmea con su tirititran y nos implicó cantando con José Monje Cruz, y terminamos siendo todos “gitanos jipis”. Que más se puede pedir, solo darles las gracias a Villa Rosa, porque ellos son los artífic3es de que esto sea posible.
Enhorabuena.
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