lunes, 8 de mayo de 2017

OLGA LLORENTE


No cabe en mi corazón fórmula para poder expresar lo que vivimos anoche en el bar restaurante Los Ángeles dentro de este ciclo que ya va  por su 5ª temporada, "Las Noches Flamencas de los Ángeles".

Olga LLorente es una bailaora que tiene la sabiduría de una vieja y la expresión de una joven.
Ella es puro talento y puro arte sobre el escenario, elegante en su ser, maestra en los pasos, dulzura en los momentos, simpatía en las alegrías, dolor en la siguiriya, ella trasmite lo que baila, siente lo que baila.
El escenario que acoge las paredes del bar, es chiquitito, coqueto, con un ambiente familiar que recoge los duendes del flamenco, ese flamenco sin microfonía, ese flamenco que es el artista y el público sin más, sin intermediarios. Así es ese rincón en donde Olga LLorente nos dejó unas alegrías llena de sal de Cádiz, llena de elegancia y alegría en su cara, se movió con soltura, con la solvencia de conocer el escenario toda su vida.
El la segunda parte, se vistió de negro, como plañidera, seguía los pasos fúnebres de una siguiriya desgarradora en la voz del Trini. Ella nos trajo los sones negros que decía Federico García Lorca, ella nos puso los vellos de punta desde el momento que salió del camerino y puso pie en el escenario. Cerró en un final de fiesta por bulerías que culminó con un público en pie, entregado al momento.
El Trini y Jesús Núñez fueron cruciales para que se formara ese tandeen de baile, cante y guitarra que en todo su conjunto arrastraban al personal casi me atrevería a decir a subir arriba y darte tus pasitos, aún sin saber.
El Trini desbordó con su cante desgarrador, Jesús Núñez deslumbro con ese toque personalisimo que le hace único, limpio justo, a medida del cantaor y de la bailaora, y como solista que también hace sus pinitos.
Grandes entre los grandes los tres.
Solo me queda expresarle mi agradecimiento por ser como son y por ser tan buenos artistas.
Ole, ole y ole.

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