A pesar del frio, en una noche poco apetecible para salir de casa, nos animamos a ir a Villa Rosa tomar una copa disfrutar del jamón y del queso con un buen vino y ver el espectáculo que se nos ofrecía. Arte es la palabra de lo que allí vimos.
Al cante David Vázquez, en la guitarra Pino Losada y en el baile, abriendo la noche Jonathan Miró bailó por alegrías, con la elegancia que le caracteriza y con la soltura de un buen bailaor sobre las tablas de un escenario y de un tablao, baila con la planta de los grandes maestros del baile fundidos en uno solo.
Ageda Saavedra bailó soleá por bulerías. Altiva, guapa y con mucha clase demostró al público que Ageda tiene tablas, sabe lo que baila y sabe expresarle al público con sentimiento lo que tiene dentro de sí, Duende.
Y cerró la noche el bailaor José Manuel Alvarez. Su baile por tarantos, llegó a arañar los sones negros de las profundidades de las minas, nos dejó un buen sabor de boca en sus desplantes, tiene estilo y es muy personal. Disfrutamos con su baile hasta ponernos de pie.
David Vazquez es un cantaor hecho así mismo, que domina el cante en una entrega total, estuvo muy bien acompañado por la guitarra de Pino Losada con excelente toque.
Solo una matización, el sonido altísimo en la sala que distorsionaba en algunas ocasiones al guitarrista y no se apreciaba su toque, y por otro lado, al cantor que no se le oía en algunos momentos.
La noche continuó en la Fundación Casa Patas con Rafael Jiménez Falo y Flavio Rodrigues.
Dos grandes maestros acoplados el uno para el otro y por ello nos dieron la noche que esperábamos. Rafael siempre entregado por que le gusta cantar, con conocimiento de lo que canta y siempre con una pequeña introducción de lo que hace acordándose de los maestros que asentaron cátedra flamenca.
Un largo repertorio, soleá, alegrías, tientos, tangos, malagueñas, guajiras, bulerías... todos ellos con su sello personal e inconfundible pero siempre desde su forma más base las que nos dejaron como legado nuestros antepasados.
Flavio tiene un toque especial, templa su guitarra y la pone al servicio del cante, por que él sabe lo que el cantaor le pide. Flavio conoce los cantes y por ello saca de la guitarra el toque esencial y expresivo de lo más profundo del ser flamenco y lo pone al servicio de un público que no le queda más remedio que entregarse en cuerpo y alma.
Ambos dieron un recital para tenerlo en lo más profundo del corazón.
Enhorabuena.
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