Andújar, 1910-Madrid, 1991. A quien llamaban cariñosamente El Gallina, fue una figura sobresaliente del cante flamenco. En 1958 grabó por vez primera en Antología del Cante Flamenco y aportó excepcionales seguiriyas, tonás, peteneras, alboreás y mirabrás. En Madrid, donde residió prácticamente desde 1937, formó parte, durante muchos años, del famoso tablao Zambra. Se había forjado entre Sevilla y Madrid a la sombra de su maestro, el mítico guitarrista Perico el del Lunar y con él se formaron, entre otros, Vicente Escudero, Teresa y Luisillo.
Viajó por toda España y llevó su cante, sus sentimientos y su pasión, por no pocos teatros de Europa, dejando grabados numerosos discos. Andújar, donde vino al mundo, le tiene dedicada una calle a Rafael Romero. En 1973 obtuvo el Premio Nacional del Cante que le otorgó la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera, en razón a su pureza cantaora. Fue, en la consideración del crítico Juan de la Plata, uno de los grandes maestros del cante gitano andaluz. El Gallina había vivido mucho, tenía entrañables experiencias acumuladas y poseía una gran sensibilidad y las mejores condiciones para cantar flamenco, esto es, sentimiento, pulmones, voz y quejío.
Hablar de Rafael Romero es una tarea larga, ya que su vida artística es muy densa.
Para ello, el sello discográfico “El Flamenco Vive” a rescatado una serie de grabaciones inéditas de este cantaor y las ha publicado junto con un libro de José Manuel Gamboa, un gran trabajo digno de la fidelidad con el flamenco de la tienda Flamenco Vive con motivo del centenario del nacimiento de Rafael Romero.
Todo muy aconsejable.
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