
Un cantaor entregado y un guitarrista espléndido ofrecieron un recital espontaneo no programado, según surgía.
Soleá, Siguiriya, Tientos, Tangos, Fandangos... fueron parte de un repertorio que nos recordó a los viejos maestros pero siempre en la tesitura de los jovenes son sello propio.
Eso es Allende, un cantaor afincado en Triana, pero con sello propio se entregó arriesgó en cada cante, en cada tercio.

Sergio es preciso con su toque, no alardea de adornos, sabía que estaba allí para acompañar a Allende y ese fue su cometido, un cometido que los buenos aficionados echamos de menos en muchas ocasiones.
Una noche que vamos a recordar, un mes de enero, recién venidos de unas vacaciones cargadas de gastos, con fútbol de los equipos de élites y, aún así, el flamenco triunfó. Allende y Sergio Matesanz, triunfaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario