Ante todo
quiero darles las gracias al público que asistió este sábado a Las Noches
Flamencas de los Ángeles. Lo reitero Gracias.
Gracias no
por mí, sino por el cantaor que nos acompañó y por la guitarra que nos suele
acompañar habitualmente.
Jamie Candié nos
llegó desde su tierra natal, Jerez de la Frontera para darnos a conocer su arte
flamenco en un espacio íntimo en donde no existen las florituras ni las
ecualizaciones de los micrófonos, que sin duda alguna desvirtúan la realidad
del flamenco.
Escuchar a un
cantaor sin megafonía es transportarnos al flamenco en pura esencia, más si
cabe, cuando el cantaor de por sí, ya es pura esencia.
Jaime está labrándose
un camino, nada fácil, en este mundo del flamenco, en donde a veces, no
siempre, pero a veces, se mantiene un monopolio que no deja cabida a nuevos
valores.
No siempre
los nuevos valores, serán artistas, pero hay que darles la oportunidad de ser
escuchados, muchos de ellos, solo quieren que se les escuche, con dignidad y
respeto.
Jamie atesora
en su interior un arte que sin duda alguna es fruto de su lucha, de sus
vivencias, de su buen trabajo para formarse y de su capacidad de aprender.
Por ello, esa
noche fue mágica, cantó por Tonás, soleá, siguiriyas, bulerías, alegrías,
fandangos... por mencionar algunos de esos cantes.
Por tarantos
nos dejó una tanda al estilo de Manuel Torre, pero con sello personal, y eso es
lo que más vale.
Yo no quiero
otro Manuel Torre, no quiero una copia de Manuel Torre, porque para eso ya
tengo sus grabaciones que son originales, una copia nunca superará un original.
Me quede con
el cante de Jaime que supo llegar al respetable. Jaime cantó con duende y
sabiduría flamenca, aún joven, con mucho talento y con ganas de seguir
profundizando en las raíces de este arte, para seguir evolucionando en el
mismo.
La guitarra
siempre señorial de Pepe Núñez, le acompañó de forma magistral, como siempre
hace. Lo vive lo siente, sabe darle al cantaor lo que pide, por eso es muy
requerido por los cantaores que vienen a Madrid.
Doy las
gracias a Pilar, que acompañó a las palmas en la tanda de bulerías con la que
cerró la noche, un momento especial para recordar. Gracias a Jaime y gracias a
Pepe. Y como no agradecer a Alfonso Otero las fotos realizadas esa noche. Gracias maestro.
Noches así,
no tienen desperdicio alguno.
Os dejo con
este cante por Tonás con el que abrió la noche.
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