viernes, 2 de septiembre de 2016

PACO TARANTO ADIOS AL CANTE TRIANERO

Con Paco Taranto se no va uno de los maestros del cante trianero. Junto a mi amigo Kiko, vimos por primera vez a Paco en lo que era la peña José Mercé de Leganés por invitación de nuestro amigo Antonio Ramos.
Posteriormente, dentro de las Jornadas Flamencas de la Fortuna nos acompañó para darnos una lección de cante por soleá, tangos, bulerías...
Paco cantaba por soleá del Zurraque una letra que esta vez no ha podido cumplir: «Cada vez que considero / que me tengo que morir, / hecho una manta en el suelo / y me jarto de dormir». 
Francisco Álvarez Martín, Paco Taranto, ha fallecido este viernes en su casa de Sevilla. Tenía 76 años y con él se acaba el elenco de cantaores del arrabal que popularizaron los cantes alfareros. De hecho, Taranto aprendió directamente de leyendas como el Arenero, el Sordillo, Emilio Abadía, Manuel Oliver o Domingo el Alfarero, los Ballesteros o Tragapanes, entre otros muchos.
Junto con Chiquetete, que no nació en Triana pero se crió allí, fue el principal impulsor de los estilos históricos de la Cava Vieja desde que con 16 años se subió por primera vez a un escenario.
Su nombre artístico se debe al dúo que montó con Salvador Távora, «Los Tarantos», cuando eran unos chavales, aunque aquel periplo apenas duró unos años.
Paco se enroló rápido en las compañías de la época con artistas de la talla de Antonio el Sevillano o Pepe Pinto. Y posteriormente se hizo fijo en la compañía de Juanita Reina hasta que dio el salto a lo que se considera la universidad de los cantaores: el acompañamiento al baile. En La Cochera comenzó a actuar con Los Bolecos, un trío formado por Farruco, Rafael el Negro y Matilde Coral. Y a partir de ahí trabajó con todos los grandes bailaores de su época hasta que comenzó a dar recitales en solitario.
Ha grabado una decena de discos, el último de ellos hace apenas unos meses con el título «Mi herencia trianera». En los últimos años, Taranto ha estado dando clases en la Fundación Cristina Heeren, donde ha transmitido a los jóvenes cantaores los cantes que que aprendió en su infancia y que durante años sólo se escuchaban en aquella orilla del río: las seguiriyas de Cagancho, la soleá apolá del Portugués, la del Zurraque, los tangos del Titi, la bulería por soleá de Rosalía de Triana... El flamenco pierde, por tanto, al último mohicano de la cuna del cante.
Descansa en paz maestro.


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